jueves, 8 de enero de 2015

memoria

Año agridulce el que se ha ido, con subidas y bajadas, con momentos de felicidad plena o de la más angustiosa de las tristezas. De esas que no tienen mucho consuelo. De esas que solo el silencio, un beso y un abrazo consiguen mitigar.
También momentos de felicidad tan intensos que hasta su propio brillo te ciega y te inunda hasta el más recóndito de los lugares.

Momentos en los que uno de los sentimientos más primitivos del ser humano se hace patente: el miedo.
El miedo a quedarnos solos en este mundo de locos. El miedo a no saber hacía donde ir, qué dirección tomar.

Momentos en los que otro de los sentimientos innatos del ser humano se muestra: el amor.
Ese amor que mueve montañas, ese amor que saca lo mejor de ti, que te hace mejor persona, que te aporta ese destello de luz que te falta en algunos momentos.
¿Nunca habéis tenido la sensación de estar con una persona y darte cuenta de que es la correcta, esa que siempre habéis estado esperando, esa que aunque haya llegado repentinamente se ha convertido en la luz de vuestra vida, en un motivo más para levantarnos por las mañanas con la mejor de nuestras sonrisas?
Yo, hoy, puedo decir alto y claro, en la montaña más alta donde el eco retumbará por siempre, que la he encontrado. Y me siento afortunada por contar día tras día con mi media naranja,con el Yin de mi Yan, con una persona que hace lo imposible por hacerme feliz, que me quiere tal y como soy y que me lo demuestra cada dia. Una persona que está conmigo en las buenas y en las malas, que me da su opinión más sincera y la más amplia de sus sonrisas.
Por la que me desvivo, a la que procuro cuidar como un tesoro milenario, secando sus lágrimas y compartiendo sus sonrisas. Con la que quiero avanzar, celebrar nuestros éxitos, apoyarnos en nuestros fracasos, evolucionar juntos. Compartir la vida sin preocuparnos de lo que nos depare el futuro, porque ya no tengo miedo.
Porque los miedos nos bloquean, no nos dejan avanzar. Hasta que llega alguien que te coge de la mano y con la que te sientes segura y tus miedos sencillamente...desaparecen.

Concluyendo os digo que no tengáis miedo a caer alguna vez, ya que quizás esa caída os depare la felicidad. porque, ¿Qué es para vosotros la felicidad?

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